En Al-Ándalus, encontramos una considerable encrucijada de civilizaciones. La mezquita-catedral de Córdoba es uno de los iconos más importantes de este rico y variado pasado entre el mundo occidental y el mundo oriental. El resultado es una combinación de innovación arquitectónica y ornamentación espectacular.
De hecho, el territorio que hoy conocemos como España ha pasado por varias fases históricas. En sus orígenes, fue colonizada por fenicios, griegos y cartagineses, y luego pasó a manos de los romanos en 218 a.C. Después de la dominación romana, España se cristianizó. Sin embargo, tras las invasiones germánicas, los visigodos se instalaron en el país y crearon una España visigoda entre los siglos V y VIII. Desde el punto de vista arquitectónico, se inician los primeros trabajos de construcción de la basílica de Córdoba llamada en aquel entonces basílica San Vicente. Las columnas están recicladas de otros templos. Para tener una idea de la importancia arquitectónica de esta mezquita, hay que considerar que puede acoger a 35.000 personas, lo que significaba que era un edificio de una especial grandeza para aquella época.
Tras la entrada de los musulmanes en la Península ibérica en el siglo VIII, una parte de la basílica sería para el culto islámico y la otra mantendría el culto cristiano. Pero al final del siglo VIII, Abderramán I ordenó derribar el complejo cristiano y levantar sobre sus cimientos una mezquita de nueva planta.
Por aquel entonces, Córdoba se había convertido en la capital del al-Ándalus y Abderramán quería que la mezquita de la ciudad fuera digna de la grandeza a la que aspiraba. En lo que respecta a la arquitectura, esta primera mezquita tenía 11 naves orientadas hacia el río. Emplearon materiales tomados de otros edificios tanto visigodos como romanos. El resultado final fue un salón de columnas muy amplio. No orientaron la quibla, muro de una mezquita que está orientado normalmente hacia la Meca y que es una característica del arte religioso. Esta particularidad de la mezquita de Córdoba se mantuvo durante todo el periodo islámico. Los sucesivos emires siempre quisieron ampliar el templo, lo que demuestra que Córdoba fue un lugar importante.
Los arquitectos conservaron el estilo: dos arcadas superpuestas con detalles amarillos y rojos. Las primeras arcadas estaban hechas de caliza y las segundas de ladrillo. La mezquita de Abderramán II era un templo de dimensiones considerables, tan solo le faltaba un minarete a su altura. A mediados del siglo X, a la muerte de Abderramán III, Córdoba era una de las principales urbes de Europa, una capital próspera, pero la mezquita volvió a quedarse pequeña.
Entonces, el hijo de Abderramán III, Alhakén II, decretó una nueva ampliación. Se volvió a derribar la quibla y se construyó el mihrab, nicho u hornacina que señala el sitio adonde han de mirar quienes oran. Por eso, su ampliación es una de las más ricas y las más bellamente ornamentadas de todas las ampliaciones. Así, es una auténtica obra maestra cubierta por una cúpula de una pieza sobre planta octogonal de mármol con versículos coránicos.
Como otra característica fundamental, encontramos la macsura: la joya de la mezquita. Este era un espacio dedicado únicamente al califa, desde aquí dirigía la oración. Su muro está decorado con treinta y dos mil kilos de teselas de colores del imperio bizantino y se conservan perfectamente las inscripciones religiosas en árabe antiguo. La construcción de este espacio fue la culminación de la mezquita como centro de poder y estatus social y religioso. La forma de bóveda del interior del mihrab tiene forma de concha invertida por motivos estéticos, pero también acústicos. La voz del califa rebotaba en la concha, en la espectacular cúpula dorada y se repartía por todo el templo.
La ciudad fue finalmente reconquistada en el año 1236 por Fernando III de Castilla que convirtió la mezquita en catedral, aunque sin derribarla. Los reyes cristianos respetaron el edificio de la mezquita, aunque fueron introduciendo modificaciones. Al final del siglo XIV, se construye la capilla real en un estilo mudéjar. No será hasta bien entrado el siglo XVI cuando la catedral adquiere su aspecto definitivo tras una reforma en profundidad. En el centro de la mezquita, encontramos una catedral renacentista integrada con los elementos musulmanes. Ornamentada hasta el último rincón, esta no fue una reforma fácil. Durante tres siglos, se utilizó la mezquita musulmana como centro cristiano solo con pequeñas alteraciones.
En resumen, no existe otro monumento que cuente tanto en tan poco espacio. Toda una clase magistral de historia de España en el corazón de una de sus ciudades más emblemáticas. Esta convivencia de dos culturas es uno de los mejores testigos de la historia que existen en España y por eso es un lugar tan especial.
Referencias bibliográficas
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CABAÑERO SUBIZA Bernabé, 1999, “Elementos para el estudio de la influencia islámica en el arte del reino de Asturias en los siglos IX”, Aragón en la Edad Media, 14-15 (1999), p. 173-196.
EL LEGADO ANDALUSÍ, “Arte y arquitectura”, Historia de al-Andalus, en línea: https://www.legadoandalusi.es/historia-de-al-andalus/arte-y-arquitectura/, consultado el 15/11/2021.
GONZÁLEZ CAPITEL Antón, 1985, “La catedral de Córdoba: Transformación cristiana de la mezquita", Arquitectura (Madrid. 1959), 256 (1985), p. 37-46.
Cet article a été rédigé pour la revue ROMA 2/2021 par Ahlame Aouad, Lisa Dulger, Katia Gonçalves Madeira, Raphaëlle Vander Goten. |