En primer lugar, es de vital importancia saber qué es el sedentarismo y cómo nos afecta. Según la RAE, llamamos sedentarismo al estilo de vida caracterizado por la falta de ejercicio físico regular. Asimismo, la OMS añade que hay sedentarismo cuando la actividad física es menor a 150 minutos al día.
Desde hace décadas el sedentarismo ha sido expuesto como un problema global que se ha visto empeorado por el confinamiento impuesto durante la reciente pandemia mundial de coronavirus. Nuestro objetivo es conocer su impacto en la sociedad actual antes, durante y después del COVID.
En primer lugar, es necesario preguntarse por qué es preocupante llevar una vida sedentaria. El sedentarismo es una de las causas más comunes de muerte en enfermos crónicos, sobre todo en pacientes con síndrome metabólico ya que aumenta la presión arterial, el nivel de azúcar en sangre, los niveles de colesterol, el riesgo de ataque cardíaco y de accidente cerebrovascular. La consecuencia más visible es la obesidad, una enfermedad crónica y multifactorial que puede ocasionar consecuencias físico-psicológicas. Según algunos estudios, Latinoamérica cuenta con un 58% de población sedentaria, una cifra muy alta que alerta sobre el peligro de pasar mucho tiempo sentado frente a la televisión o del poco gasto calórico regular.
¿Cómo se agravó el sedentarismo con la pandemia? Como bien sabemos durante el Covid-19 el trabajo y estudio a distancia, el cierre de gimnasios y el confinamiento fueron impuestos como medidas cautelares dada la situación sanitaria. Todas estas medidas desencadenaron un círculo vicioso que hizo que multitud de personas se volvieran sedentarias. Como consecuencia, casi el 69 % de la población española de entre 10 y 14 años dejó de practicar actividad física habitual según el Instituto Nacional de Salud Pública. De hecho, en otros países como en Perú, concretamente en la ciudad de Lima, el número de personas activas disminuyó 3.8 puntos respecto a antes de pandemia (antes la cifra era de 36,9 %), igualmente en México se vio un aumento del 39 % en el sedentarismo en jóvenes de la misma edad.
Al mismo tiempo, cabe mencionar que la pandemia generó miedo y angustia, sobre todo desde el punto de vista económico, lo que explica que numerosas familias consumieran alimentos de menor costo, que en su mayoría resultan menos saludables y más calóricos. El factor psicológico también fue de vital importancia, puesto que el cerebro no libera suficiente serotonina en un ambiente de reclusión. Para equilibrar los niveles de esta hormona, el cerebro aumenta el deseo de carbohidratos cuyo consumo excesivo genera un superávit calórico que nos lleva a aumentar de peso.
Sin embargo, las consecuencias no han sido las mismas para todos. Con el objetivo de obtener datos actuales para este artículo, nos embarcamos en la tarea de entrevistar a tres españoles y a tres belgas con estilos de vida muy diferentes entre ellos y nos llamó la atención la diferencia en los resultados.
Entre los entrevistados españoles contamos con Clara (Madrid, 21 años), estudiante de Ingeniería, quien tuvo que abandonar el gimnasio por el confinamiento. Como solución alternativa, optó por comprar pesas y así poder seguir manteniéndose en forma en casa. Patricia (Elda, 19), por su parte, es excampeona de boxeo de España 2020. De la misma manera que Clara, se vio forzada a desplazar su entrenamiento a domicilio. A pesar de que entrenaba bastante en su casa, la cantidad y calidad del entrenamiento no era comparable a la situación anterior.
Después del confinamiento pudo seguir entrenando sin restricciones, pero lamentablemente por motivos personales abandonó el entrenamiento de élite. En la misma línea nos encontramos con el caso de Tomás (Alicante, 21), estudiante de Lenguas, exjugador del equipo de fútbol Costa de Alicante. Tomás abandonó el fútbol antes de la pandemia por una lesión lo que le llevó a volverse sedentario durante el confinamiento.
En líneas generales, los entrevistados peninsulares coinciden en la mejoría de su alimentación durante la pandemia, – todo el mundo intentó mejorar su físico por el miedo a tener una salud débil – nos dice Clara.
Los Belgas, por su parte, son Belinda (Bruselas, 23 años), estudiante, quien no practicó deporte durante la pandemia sino ya tiempo después, al verse inactiva durante ese periodo a pesar de que realizaba tareas del hogar constantemente. Cedric (Bruselas, 28 años) es consejero sanitario. Durante el confinamiento siguió cumpliendo con sus 30 minutos de footing diario. La falta de actividad física se encuentra ya en una fase muy avanzada si el tiempo de inactividad supera las 7 horas diarias. – nos informa. Y por último, Aline (37, Namur) trabaja como sanitaria. Ella nunca había practicado deporte, pero trató de mantenerse activa ya que conoce los efectos adversos.
En general, los entrevistados belgas coinciden en reconocer que tuvieron poco apetito durante la pandemia, a excepción de Cedric que tuvo deseos de comer más, pero respetaba siempre los macros diarios.
Por las razones mencionadas y los casos expuestos, podemos concluir que es importante gastar las calorías diarias, por lo que se deben potenciar actividades como el ciclismo, la marcha, el footing y la natación, ya que son ejercicios cardiovasculares y a la vez aeróbicos que hacen que el corazón trabaje de dos maneras diferentes, pero igualmente beneficiosas.
Para concluir, afirmamos que la actividad física regular reduce el riesgo de muerte en personas con enfermedades crónicas. Además, es la mejor solución para combatir el sedentarismo, que como hemos visto puede resultar peligroso al ser un detonante para el desarrollo de enfermedades y pudiendo empeorar otras. De la misma manera, es importante tomar conciencia de cómo el confinamiento ha dificultado a los jóvenes el poder llevar a cabo una vida activa normal y por ello, una vez pasada la pandemia, se deben buscar soluciones para combatir el sedentarismo y sus consecuencias negativas para la salud.
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Cette notice a été rédigée pour la revue ROMA 2/2022 par Marta Amat Soler, Souad Benalyech, Safae Imnadine et Dounia Khelifa. |